PRESENTACIÓN
El Grupo de Trabajo “Territorialidades, Cuerpos y Espiritualidades” parte de la experiencia del GT “Subjetivaciones, Ciudadanías Críticas y Transformaciones Sociales” que desarrolló una serie de proyectos en torno a la formación para la crítica y la construcción de territorialidades de paz. Allí se incorporaron conceptos de gran potencia y se avanzó en desentrañar los escenarios desde donde se construye la paz en nuestras sociedades latinoamericanas y caribeñas, así como la comprensión de los territorios y de las territorialidades que emergen a partir de la desterritorialización y reterritorialización misma de las dinámicas sociales involucradas en la complejidad de los desafíos que debe enfrentar América Latina y el Caribe en un contexto global de mutaciones constantes, de luchas y expresiones de resistencia que constituyen los mundos nuevos que se están fraguando.
El propósito ahora es desplegar el intercambio y el diálogo entre investigadores(as) sociales de la región que permita consolidar la convergencia crítica en la constitución de un nuevo campo de relaciones en torno a la serie conceptual Territorialidades/Cuerpos/Espiritualidades. La preocupación por esta búsqueda es cada vez más intensa en el ámbito del pensamiento crítico del continente, y en el nivel global, por cuanto implica incursionar en nuevos problemas epistemológicos y metodológicos que lleven a los estudios sociales a contar con instrumentos analíticos y edificar una capacidad propositiva frente a problemas planteados por la agudización de la crisis del modo de producción capitalista, por su desastre ecológico, su propensión a la guerra, al despojo y el empobrecimiento de las poblaciones.
Cuestiones como las nuevas tendencias migratorias, el crecimiento exponencial de los refugiados y la declinación de la ciudadanía moderna; el cambio climático producto de la acción antrópica; el diseño y uso de estrategias biopolíticas y necropolíticas cada vez más extremas y el surgimiento de la Zoé-política, para mencionar algunas de las más significativas, hacen de gran pertinencia e importancia el estudio de las formas de resistencia que se desarrollan desde los cuerpos y los territorios y el renovado interés por los modos de reactualización y repotenciación de las espiritualidades vinculadas a una ética social del bien común como dimensión espiritual del cambio social. Es decir, se abre paso el problema de las posibilidades ontológicas, epistemológicas y metodológicas de una aproximación a la cuestión de los nuevos modos de existencia a partir de emergencias territoriales producto de las resistencias y, en conjunción con ellas, el papel de las experimentaciones con el cuerpo que desatan nuevas potencias de ser, así como de la constitución ético-política de la subjetividad en clave de espiritualidad.
Así, los problemas del territorio y las territorialidades emergentes están siendo abordados por los investigadores(as) latinoamericanos y caribeños desde perspectivas como la de los estudios sociales del territorio, en donde se abren paso miradas rizomáticas que fundan su análisis en la capacidad de conexión que tienen experiencias como las de los territorios afro o indígenas y las fuerzas de resistencia para enfrentar las guerras o la expoliación del capital trasnacional en los territorios, dando lugar así a emergencias que dibujan nuevos modos de existencia en ellos (Escobar,2010; Montañez, 2016; Useche, 2016; Vommaro, 2017). De otra parte, aparece una renovada geografía crítica que asume problemáticas desde relaciones entre la territorialidad, el espacio y el poder; o propone herramientas de representación y gestión del territorio, especialmente alrededor de las nuevas modalidades de cartografía y se plantean una nueva visión del ordenamiento territorial para la vida, como parte de una emergente ecología política (Zaragocín, Moreano y Álvarez, 2018).
También otros han trazado la hipótesis de “territorialidades superpuestas” (Agnew y Osiander (2010) que enfatizan en procesos específicos de reterritorialización constituyendo autoridades territoriales al margen o en disputa con la autoridad territorial del Estado Nación. Esto para mencionar solo algunas de los estudios que procuran tomar distancia de la hegemonía eurocéntrica en estos temas, sin renunciar a conceptos muy fuertes provenientes, por ejemplo, de la filosofía post estructural (Deleuze, Guattari; 1975), de la reivindicación del trabajo sobre la gubernamentalidad de Michel Foucault (2014), o de los trabajos de Virno (2003) o de Serres (1995).
Algo concomitante ocurre con la visión crítica latinoamericana y caribeña sobre el problema de los cuerpos y las corporalidades. Los estudios del cuerpo permiten adentrarse en las posibilidades ontológicas, estéticas y políticas de las acciones de resistencia que se producen a partir de la potencia para la afirmación de la vida que se despliega en las multiplicidades de experimentaciones que están implicadas en los devenires que disuelven las identificaciones prefiguradas, horadan los dispositivos de disciplina y anuncian nuevas formas de ser.
Indagar por las líneas de fuga desde donde se expresa la diferencia es una perspectiva que se funda en el pensamiento de Deleuze (2002) y Braidotti (2016) y que ha sido desarrollado por especialistas latinoamericanos que se plantean la pregunta por las subjetivaciones posthumanas (Piedrahita, 2017). También hay aproximaciones al problema desde planos como el cultural y el estético que examinana su interacción con nuevas comprensiones del espacio político en América Latina (Pedraza, 2007). La producción biopolítica del cuerpo es, igualmente, un enfoque asumido con frecuencia en América Latina desde ideas como las de Hardt y Negri (2000), o Ágamben (2003) y, por supuesto, desde los análisis de Foucault que en Latino América han sido leídos desde distintas escuelas, incluidas las del giro decolonial (Quijano, 2000; Grosfogel, 2006; Castro-Gómez, 2010).
El mapa de conceptos del GT se cierra con la categoría de espiritualidad. Los investigadores(as)del GT se proponen construir un espacio de indagación que rescate la noción de potencia en Spinoza (2002) que concibe al cuerpo como un campo de relaciones y que se manifiesta en intesidades afectivas en capacidad de conectarse con el deseo. Tal despliegue de fuerzas está en permanente búsqueda de conectividades que desarrollan formas contingentes que pueden derivar en resistencias emergentes o ser controladas y disciplinadas como formas-cuerpo objeto de la soberanía. En la visión de Deleuze (2002), por ejemplo, el camino a la espiritualidad aparece en el marco de experimentaciones, de mutación, desidentificación y ruptura del ego que llevan dentro de sí una línea de fuga que es estratégica y está hecha de alianzas, encuentros y acontecimientos conectados con la vida.
De esta manera, para la filosofía de la diferencia, la espiritualidad es una apuesta por la vida y está referida al campo de inmanencia, o el campo invisible de posibilidades que está dispuesto para cada persona. Entonces, el deseo -en su inmanencia- es la presencia del espíritu como potencia; no como representación, sino como acontecimiento. Desentrañar la espiritualidad es entonces seguir el camino de la producción y experimentación de deseo, asumirla como agenciamiento, entenderla como vida (inorgánica) donde cada individuo o grupo compone un plan de inmanencia para transitar en el espíritu, para escapar por los márgenes de la confrontación permanente y el dualismo de la guerra.
Otros aportes como el de Negri (1993) señalan que desde esa dimensión es posible desplegar afectos alegres y encontrar en la solidaridad y el amor modos para establecer vínculos duraderos, repensando las relaciones de los sujetos consigo mismos y experimentando poderes crecientes para realizar la felicidad común. Esto nos habla de las posibilidades de la constitución éticopolítica de la subjetividad en clave de espiritualidad.
Autores de otras corrientes de pensamiento como aquellas que se gestaron en la teología de la liberación latinoamericana (Polis. Equipo editorial, 2004) proponen el doble proceso de una vitalización y una renovación de la espiritualidad, junto con la ampliación de la política que procura el cambio social hasta incluir la temática ética, la epistemológica, la ecología, los derechos humanos, los problemas de género, la identidad cultural, el sentido común, el desarrollo de la conciencia. En ese contexto, se hace relevante una política de la vida, que permita que se integren las vivencias espirituales de la vida cotidiana.
En síntesis, el campo conceptual que propone el GT (Territorialidades / Cuerpo / Espiritualidad) se propone contribuir en la constitución de aperturas epistemológicas, éticas y políticas al servicio de la producción de conocimiento social nuevo en áreas como las subjetividades, las resistencias, las ciudadanías críticas, las perspectivas de género y post género y las más profundas transformaciones sociales.