Un discurso de graduación

(Palabras ofrecidas en la ceremonia de grados de la Facultad de Ciencias y Educación de la Universidad Distrital el 30 de abril de 2021)

Foto: Flickr.com wildrose115

Es innegable que estamos viviendo tiempos muy difíciles, tiempos de mucho sufrimiento en nuestras casas, en la universidad, en el país y en el mundo entero. Ya no es posible mirar para otro lado. Por la pandemia hemos perdido seres queridos, familiares, estudiantes y profesores de nuestra universidad; nuestros problemas de salud mental, la ansiedad y la depresión han aumentado considerablemente; se ha puesto en evidencia la desigualdad de género y el acoso sexual que sufren las mujeres en la academia y en la vida laboral; la salud y la educación públicas se encuentran en un estado crítico; el descontento social producto del abandono del estado y la incertidumbre ante un futuro cada vez más incierto se siente en las calles; tenemos un millón de nuevos pobres en nuestra ciudad en el último año y la crisis climática de nuestra madre tierra es la peor amenaza de todas.

Frente a todo este sufrimiento no podemos desesperarnos, desalentarnos ni desfallecer. Tenemos que seguir resistiendo, no hay otra opción. Es un sufrimiento que tenemos que abrazar amorosamente y mirarlo de frente para poder transformarlo. Ya lo hemos hecho antes, ustedes mis queridas y queridos estudiantes ya lo han hecho antes, en esta universidad. Si algo llena de vida y aliento a nuestra universidad es ver cómo nuestros estudiantes son capaces de sobreponerse ante las condiciones más adversas, de crecer profesional y personalmente, de tener la fortaleza para reclamar de frente calidad y gratuidad en la educación y un trato digno en el salón de clase y en la escena pública si les toca. 

El conocimiento técnico es fundamental y estamos seguros de que los egresados de nuestra universidad tienen la mejor cualificación posible, que serán excelentes y destacados profesionales en su área,  sin nada que envidiarle a los egresados de las grandes universidades del país. Pero el conocimiento técnico no es suficiente.  Es necesario echar mano del sentido humano intangible, no cuantificable con notas, el conocimiento que han aprendido en la casa, en su paso por la universidad, en la interacción con sus compañeros y con sus profesores. 

Los felicito de todo corazón por este logro que no ha sido nada fácil y que seguramente ha significado un gran sacrificio y esfuerzo en sus familias. Y de ahora en adelante va a ser más exigente aún la puesta en práctica de este conocimiento técnico y humanista que han aprendido. Este mundo necesita de su entrega. Hay que seguir actuando por el bien común, responsablemente, en medio de nuestras posibilidades y sin esperar nada a cambio.  

Por el bien común me refiero a descentrar la mirada del crecimiento egoísta, de esa sed de acumular riqueza, fama, prestigio académico y objetos materiales. Esa sed de acumulación egoísta es la que nos ha llevado a la degradación del mundo. El capitalismo, mis queridos graduandos, hay que erradicarlo primero de nuestros corazones. Es necesario ser creativos en las formas de hacer resistencia; en la conformación de redes comunitarias, de apoyo y de solidaridad en nuestras familias, en nuestros barrios, con nuestros compañeros de trabajo y con todo aquel que lo necesita. 

Cuando digo que tenemos que actuar responsablemente me refiero a no seguir perpetuando el sufrimiento. Hay que tener mucho cuidado con lo que pensamos, decimos y hacemos -incluso con las mejores intenciones- y debemos responsabilizarnos de nuestras acciones teniendo en cuenta que vivimos en una red compleja de interdependencia individuo-sociedad-planeta. 

Cuando digo actuar en medio de nuestras posibilidades, me refiero a que no es inteligente querer convertirnos en mártires salvadores. En consecuencia tenemos que cuidar de nosotros mismos, sin exigirnos más de la cuenta, debemos seguir estudiando y seguir buscando formas inteligentes y respetuosas de llevar a cabo sueños legítimos de construir un hogar o una carrera. Eso sí, tengan cuidado con los anhelos muy rígidos, mantengan su mente abierta y flexible para rehacer sus planes constantemente en un mundo lleno de fenómenos y condiciones cambiantes.

La mayoría de ustedes se van a desempeñar como docentes. La docencia es uno de los espacios más gratificantes y de mayor responsabilidad. Van a tener la posibilidad de impactar positivamente en miles de vidas y familias a lo largo de su labor, más allá de lo que puedan imaginar. Difícilmente podrán ver o cuantificar el impacto de su entrega. Hay que hacerlo sin pensar en eso. Los que no van a ser docentes y quienes  van a avanzar en sus estudios también tienen la oportunidad de entregarse amorosamente y con respeto en cada acto, en cada palabra, en cada relación con el otro y con lo otro, sin esperar nada a cambio y sin pensar en los resultados. Esa es la más grande revolución.

Queridas graduandas y graduandos, se han sobrepuesto a condiciones muy adversas y por eso están aquí. Pero sin esa adversidad no podríamos desarrollar la sabiduría y la empatía que hoy demanda el mundo. Esa adversidad es el sustrato, es el abono que les ha permitido florecer en formas maravillosas y únicas hoy como egresados de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Tengan siempre presente que las adversidades presentes o futuras también son temporales, que el sufrimiento sí se puede transformar con sabiduría y compasión, y que cada vez que se repita el ciclo florecerán de nuevo en formas cada vez más bellas.

2 pensamientos en “Un discurso de graduación

  1. Felicitaciones! maravilloso discurso orientado a despertar el amor y respeto a si mismo, la compasión y solidaridad, el desapego por las cosas materiales y el poder, a construir ciudadanía activa. Valioso porque es una convocatoria de un joven a otros jóvenes. Hay esperanza. Mis respetos.

  2. Qué gran discurso; si bien está muy anclado en nuestra realidad actual y local, es también universal porque aterriza en el espacio y el tiempo de muchos otros seres humanos y en ese sentido tiene palabras para todos.

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