Montaña Arcoiris atrae a turistas en Perú

Los turistas se quedan sin aliento mientras ascienden durante dos horas hasta alcanzar un pico en los Andes peruanos que se encuentra a 16,404 pies (5,000 metros) sobre el nivel del mar. Están muertos de cansancio, pero aturdidos por la belleza mágica desplegada ante ellos.

Las fotos en Internet despertaron la curiosidad

La popularidad de Rainbow Mountain maravilla del turismo de aventura en Perú, que atrae hasta 1,000 turistas cada día, ha proporcionado una sacudida económica muy necesaria a esta remota región poblada por pastores de alpacas en apuros. Los ecologistas, sin embargo, temen que los turistas puedan destruir el preciado paisaje, que ya es codiciado por las compañías mineras internacionales. “Desde el punto de vista ecológico, están matando al ganso que pone los huevos de oro”, la vida silvestre amenazada en el área a pocas horas de las ruinas incas de Machu Picchu. Como prueba, señala un sendero de tierra de 2,5 millas (4 kilómetros) recorrido por turistas para llegar a la Montaña del Arco Iris, que se ha erosionado gravemente en los últimos 18 meses, dejando cicatrices en el paisaje que de otro modo sería prístino. Un humedal una vez popular entre los patos migratorios también se ha convertido en un estacionamiento del tamaño de cinco campos de fútbol que se llena cada mañana con camionetas de visitantes en su mayoría europeos y estadounidenses. También hay amenazas más serias. Camino Minerals Corp., una empresa minera con sede en Canadá, ha solicitado los derechos mineros en el área rica en minerales que incluye la montaña.

El turismo sostenible como una oportunidad

Ahora, cobran a los turistas $3 cada uno para ingresar a sus tierras ancestrales, lo que genera 400.000 dólares al año para la comunidad, una pequeña fortuna que ha desencadenado una batalla fiscal con un municipio empobrecido y cercano, que no ha visto parte de la ganancia inesperada. El aumento en los turistas también tiene la responsabilidad de ser buenos administradores del medio ambiente y sus nuevos huéspedes, y el líder de la comunidad de Pampachiri, Gabino Huaman, admite que no está seguro de estar listo para manejarlo por completo. A pesar de los desafíos, aproximadamente 500 aldeanos han regresado en los últimos años para emprender su ancestral comercio de transporte de mercancías a través de los Andes. La diferencia es que ahora están transportando turistas a caballo. Los guías se visten con coloridas ropas de lana y sombreros tradicionales de ala ancha para guiar a los caballos.

 

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