La desaparición del mar de Aral en Asia central es un desastre ecológico. Tóxicos químicos en el que una vez fue suelo marino causan graves problemas de salud.
Pero, ¿podrá el ambicioso proyecto de plantar millones de árboles salvar al pueblo de los karakalpak en Uzbekistán?
Almas Tolvashev, un viejo pescador de 78 años, arrastra los pies por las arenas hacia el casco oxidado de un barco pesquero.
El faro que se yergue entre la derruida flotilla de unas 10 embarcaciones es un crudo recuerdo de que Moynaq fue en una época un próspero puerto de pescadores sobre el mar de Aral.
“La historia de los karakalpak empieza con el mar”, dice el otrora pescador. “Lo primero que un padre le enseñaba a sus hijos era cómo pescar”.
Yo fui el primer capitán musulmán en Moynaq y mi barco era el Volga. Generalmente, los capitanes era rusos étnicos”, afirma Almas con orgullo.
“Aquí había 250 embarcaciones. Yo solía atrapar entre 600 y 700 kilos de pescado todos los días. Ahora, ya no hay mar”.
El mar de Aral empezó a reducirse en los años 60, cuando los soviéticos desviaron el agua de dos de los principales ríos que desembocaban en el Aral para irrigar nuevos y extensos cultivos de algodón.
Con el auge de la producción de algodón, el Kremlin se negó a reconocer el problema. La población local se vio obligada a colocar varas con marcas para demostrar que la costa estaba desapareciendo.
A medida que descendía el volumen de agua se incrementaba la concentración de sal, envenenando todo lo que se encontraba en el mar.
“La abundancia de peces disminuyó y, al final, lo único que sacábamos era pescado muerto. Ahora los jóvenes tiene que irse a otros países para buscar trabajo”.
El mar de Aral se ha reducido al 10% de su tamaño original, un área marina casi del tamaño de Panamá se ha perdido. Pero no es solo un estilo de vida el que se vió afectado.
El capitán alza los brazos sobre su cabeza: “Ya no es como antes. El tiempo es malo, siempre hay polvo en el aire”
Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias-44332773