Iguazú, nos asomamos a las cataratas más imponentes del mundo

Vamos a hablar de agua. Hemos venido a empaparnos. De hecho, ya lo estamos. Calados hasta los huesos pese a los chubasqueros de plástico mientras avanzamos por los kilómetros de pasarelas metálicas que zigzaguean entre las cataratas más grandes del mundo.

Pero empecemos por el ruido, por el estruendo que hace el agua cuando pesa como el plomo y circula a la velocidad de la luz. Puede que pienses que te has quedado sordo, perdido en una única frecuencia sonora, pero lo que escuchas es el bramido del río Iguazú. Es el subidón de adrenalina que le provoca, tras viajar 1.600 kilómetros desde su nacimiento en Curitiba, verse obligado a saltar al vacío, con sus más de 270.000 toneladas de agua por minuto, desde alturas de casi 100 metros poco antes de desembocar en el gran río Paraná.

Vistas desde la piscina del Gran Meliá Iguazú

Lleva haciéndolo así 100 millones de años y el conjunto, 275 cataratas, se siente como grifos gigantes, descomunales, que los dioses mantienen abiertos para comprobar el estado de las cañerías del planeta.

La vibracióndel rugido se siente en el Gran Meliá Iguazú, a un kilómetro y medio de distancia, donde resulta complicado mantener los cuadros –unas preciosas telas impresas con monos y plantas de la zona– bien alineados sobre las paredas. A nadie le importa. Nadie se da cuenta. Es imposible mirar en otra dirección que no sea hacia las cataratas, protagonistas de todas las estancias, como las fotografías en movimiento de los restaurantes chinos

El nuevo Gran Meliá Iguazú ocupa lo que fue el mítico, aunque últimamente algo desatendido, Sheraton. Construido a principios de los años 70 para animar la llegada de turistas con divisas, el edificio, un bloque de hormigón que se asoma entre la vegetación, ofrece el único alojamiento dentro del Parque Nacional de Iguazú. Además de la posibilidad, si se madruga un poco, de visitar las cataratas en soledad antes de que llegue el resto de visitantes.

Al final de la pradera, más allá de la piscina, detrás del corredor de bambúes, dos senderos marcan los caminos hasta las omnipresentes cataratas.

Fachada de estética setentera del Gran Meliá Iguazú

El circuito inferior, marcado en amarillo, pasa rozando los fotogénicos Salto Chico y Saltos dos Hermanas y ofrece variedad de perspectivas a diferentes alturas. El superior, en azul, avanza por tierras inundadas y se asoma desde arriba al famoso Salto San Martín. Un tercer circuito conduce, esta vez a bordo de un trenecito (también se puede caminar), hasta la mítica Garganta del Diablo, el lugar donde el Iguazú se desahoga con más fuerza y caudal.

Ubicadas en la frontera entre la provincia argentina de Misiones y el estado brasileño de Paraná, las cataratas son solo la cara más conocida del Parque Nacional de Iguazú o Iguaçu, según dónde estés.

Fuente: https://www.traveler.es/naturaleza/articulos/cataratas-de-iguazu-visitar-parque-nacional-guia/16658

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *